"Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados"
Albert Einstein
Las personas y las empresas están hechas para cambiar... Las personas son el motor que aporta dinamismo a la organización. Ambos deben encontrar su ritmo de crecimiento, equilibrio y productividad.
Si una persona o una empresa no cambia corre el riesgo de perder su pasión, energía, fuerza o desempeño...
El cambio no es un deseo, sino un proceso inevitable. Abrazarlo, entenderlo y promoverlo es una de las cosas que los líderes deben promover bajo un esquema estratégico de decisiones.
Todo lo que se detiene y estanca está condenado a morir, ya sea un sueño una visión o una meta. Las siguientes líneas te enseñan a reconocer cuándo es necesario hablar de un cambio en tu empresa y por qué es importante impulsarlo sin dudas ni retrasos.
Una empresa tiene como finalidad generar resultados permanentes y a cambio de ello obtener ganancias por medio de productos, bienes o servicios que han pasado por un amplio proceso hasta llegar a su mercado meta.
El engaño constante es creer que dichos resultados se lograrán siempre a través de las mismas acciones.
El primer indicador y más importante es la falta de resultados . Si una empresa no está produciendo los suficientes ingresos o los produce por debajo de sus expectativas es un claro vestigio de que algo no anda bien. Todos sus recursos (materiales, financieros o humanos) requieren ser evaluados para determinar dónde hay un fallo en costos, gastos y/o precios.
Otro indicador que nos advierten sobre la necesidad de implementar un cambio al interior de la empresa es la actitud de su personal . Cuando los equipos de trabajo comienzan a externar síntomas de cansancio, desánimo, frustración o pereza las tareas diarias pueden estar en riesgo.
Finalmente un signo que nos ayuda a considerar la necesidad de un cambio es el estancamiento estructural (directivo, administrativo, operativo o técnico) que suele producirse cuando una persona lleva realizando las mismas cosas por mucho tiempo. La rutina tiende a aniquilar y dejar fuera de combate a más personas de lo que creemos.